¿Por qué me sale todo siempre mal?

Efesios 6

Hay personas que parecen un imán para atraer lo malo, y debemos distinguir las causas por las que salen las cosas mal. Puede ser:
1- Por Maldiciones Generacionales.
Nuestra vida puede estar signada por la maldad a través de maldiciones generacionales.
Una profesional capacitada para ejercer eficientemente su profesión se pregunta por qué nunca le fue bien en su trabajo, por qué le sale todo mal a pesar de tener un título, de haber tenido buenas notas, no puede levantarse económicamente y llegar a tener su clientela.
Analizando la historia de esta mujer observamos que alguien en su familia (un padre, un abuelo, un tío) decretó que ninguna mujer de las generaciones futuras tendría éxito. O sea, ella está bajo esa maldición.
La única manera de salir de las maldiciones es cortándolas en el nombre de Jesús a través de sanidad interior, que es el método por el cual el Espíritu Santo revela lo desconocido.
Por ejemplo, en una familia todas las mujeres padecen la misma enfermedad, se repite de generación en generación y es por maldiciones.
2- Por tomar malas decisiones.
Cuando tomamos decisiones fuera de los principios de Dios siempre serán erróneas y, si no las corregimos a tiempo nos conducirán a seguir tomando otra mala decisión y otra y otra.
“¿Cómo puede ser? Desde el día que decidí pedir ese dinero prestado, nunca más levanté cabeza.” Quizás el adquirir la deuda fue una mala decisión y por eso no pudiste pagarla, entonces las cosas fueron de mal en peor y seguís tomando malas decisiones porque lo hacés emocionalmente para cubrir la primera equivocación, o porque alguien te apura, por bronca, por envidia, porque no tenés ganas de hacer otra cosa, por costumbre, y, lógicamente, la maldición te perseguirá siempre.
3- Por el día malo.
La Biblia habla del “día malo”, y es cuando ocurren muchas cosas negativas todas juntas: te quedaste sin plata, te enfermaste, tu marido se fue de casa, todo en una semana o en un mismo día.
Tal vez viviendo esas cosas a lo largo de la vida no te hubieran afectado tanto como en un lapso corto de tiempo.
Así le pasó a Job, tuvo una noticia mala detrás de otra, porque
Dios le bajó el cerco de protección.
Todos estamos cercados por ángeles que Dios puso a nuestro alrededor para protegernos y cuidarnos, pero hay momentos en los que ese cerco es bajado, y no es para dañarnos sino para que reconozcamos el lugar por donde caminamos.
Dios demostrará que si no nos enfrentamos a las dificultades nunca conoceremos nuestro potencial.
Declaramos: “No soportaría esa enfermedad, creo que me moriría.” Y tal vez, si la pasás, te darías cuenta de la capacidad para soportar el dolor y salir en victoria.
Job no había pecado pero sin embargo, en un momento, Dios le bajó el cerco, y comenzaron los ataques sobre su vida, pero él pudo resistir, venció y llegó a tener más que al principio.
A todos nos llegará el día malo pero con Cristo tenemos la victoria.
Jesús fue tentado en el desierto en todo y ese día venció a través de la Palabra.
Cuando atravieses el día malo parecerá que no podrás resistir pero tomá la fe que hay dentro tuyo por lo que aprendiste y soltala. Lo único que vence es declarar la palabra de fe y saber que saldrás de allí porque determinaste la victoria pese a las circunstancias.
Hay un código de víctima que utilizamos porque nos convino: “No puedo”, “No lo voy a lograr”, “No sé si voy a salir de ésta”, “Soy la única que sufre.”
¡Debemos aprender a hablar bien!
En Deuteronomio, Dios le da a elegir al pueblo bendición o maldición, les dice: “ Yo les aconsejo que elijan la vida.”
Tenemos la capacidad de elegir y si elegimos bendición tendremos vida.
Muchas veces no elegimos lo bueno sino lo que nos hace bien en ese momento.
Obtendré maldición si frente al día malo hablo maldición pero vida si hablo bendición.
Si frente a la enfermedad hablo maldición obtendré muerte (aunque sea un resfrío) pero si declaro bendición atraeré la vida.
El espíritu es el que da la vida, no el cuerpo.
Todo lo que siembres es lo que te volverá, es la ley de la siembra y la cosecha; si somos sabias y usamos esta ley a favor nuestro las cosas siempre nos saldrá bien.
Si en el peor momento de mi vida siembro la mejor palabra de fe obtengo la victoria.
4- Porque la tierra está maldecida.
La tierra está maldecida por eso la maldición crece como la hierba. Porque Satanás es el príncipe de este mundo la tierra está bajo maldición y clama para ser redimida.
Algunas maldiciones te llegarán pero siempre tendrás la victoria por las promesas de Dios.
Debemos distinguir entre las cosas de las que Dios nos liberta y de las que nos da las fuerzas para enfrentarlas. Por ejemplo:
Hay personas que tenían una enfermedad, oraron y al volver al médico, después de realizar nuevos estudios, les dicen que están sanas. Es que Dios las libertó.
A otras, les diagnosticaron una operación y tuvieron las fuerzas suficientes para salir en victoria y mejorar. Dios no las libertó pero les dio las fuerzas para enfrentarla.
Muchas veces no podemos salir de ciertas maldiciones porque no aceptamos,
“ El plan de rescate divino.”
Hebreos 11:35 “ Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos, otros en cambio fueron muertos a golpes porque para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad.”
Hay gente que vive toda su vida en maldición y atormentados porque no quieren aceptar el plan de rescate divino.
Muchas veces Dios nos dice: “Te estoy mostrando la manera de salir de esta situación difícil, te lo dije en sueños, en visión, a través de mi Palabra, de los mensajes y en tu espíritu” Pero sin embargo no lo hacemos porque tenemos “una idea mejor.”
Y creemos que nuestras ideas y proyectos son mejores que los planes de Dios, por eso seguimos en maldición porque somos necias .
A Juan el Bautista Dios lo había llamado para preparar el camino a Jesús y él se puso a criticar a Herodes, a chusmear, como si fuera el encargado de ser la voz ética de Herodes.
Juan estaba haciendo lo que quería, por eso se desvió por un momento de su ministerio, perdió el rumbo y estaba en el lugar incorrecto.
¡No te metas en donde Dios no te llama! Dios te dio dones, ministerio, ¡no te metas en la vida de otros!
Lo mismo le pasó a Jonás, tenía que ir a Nínive a predicar y dijo: “ No me gusta el plan de Dios, no me interesa que Nínive se conviertan porque son todos malvados.”
Jonás tenía un plan mejor y en vez de tomar el barco para Nínive se fue para el otro lado y terminó en la panza de un pez.
Cada uno elige .
Dios vendrá de una manera y otra, las veces que sean necesarias, hasta que tengas la victoria en Cristo Jesús.
Para salir de la maldición debemos aceptar el plan de rescate de Dios.
Tal vez no sea tu manera o no entiendas y digas: “¿Por qué tengo que pasar por esto?” Dios te dice: “ Hacelo .”
Quizás la orden sea loca, extravagante, exagerada pero hacelo igual porque viene de parte de Dios y todo será de bendición. Por ejemplo,
-Dios dio la orden de que con un poquito de aceite llenara vasijas vacías e hizo de una viuda una mujer millonaria;
-Tener a los noventa y nueve años un hijo es una orden loca pero vino de Dios.
-La instrucción loca de hacer un arca cuando nunca había llovido en la tierra, te llevará a la victoria.
Podés tener tu plan pero, ¿qué pasa con tu proyecto hasta ahora?
Te puede ir bien pero no con toda la gloria como tenés que vivir, Dios tiene una manera de darte toda la bendición y debes aceptarla.
-Naamán, no quiso sumergirse en el río porque decía que el agua estaba sucia.
Aparte de la lepra tenía orgullo (como muchas mujeres). Y tal vez Dios está dando la salida para llevarnos a la victoria y no la tomamos por tener nuestro propio plan.
Debemos aceptar el plan de Dios y si no somos libradas es por maldiciones y porque no queremos aceptar el proceso.
El proceso duele.
Cuando Jesús estaba en Getsemaní transpiraba gotas de sangre por agonía.
Todo proceso trae la agonía de lo vivido y lo por vivir.
La agonía de una enfermedad o la doble agonía ante una operación.
Jesús tuvo doble agonía sufriendo por ese momento y por el que pasaría en la cruz.
Sin agonía no existe liberación.
Prepárate porque Jesucristo te sacará de esa situación, Él ya pasó por ese proceso, tuvo la victoria y también la tendrás en Su nombre.
Jesús no entregó su vida en mano de los hombres, dijo: “ Encomiendo mi espíritu en tus manos” y al tercer día resucitó y Dios le entregó todo.
Tu vida debe ser entregada a Dios, no a los médicos, ni al abogado, ni a la sicóloga, sólo a Dios.
La liberación de tu agonía viene de las manos de Dios mismo,
entregá toda la angustia en sus manos.
A veces parece que Dios no te entiende, le pedís una cosa y te da otra, entonces decís: “No me escuchó”, pero ¿Cuánto tiene que demostrar y hacer para que aceptes que El te ama?
El sabe todo lo que estás pasando, no hace oídos sordos ni desecha a nadie pero tiene un plan de rescate diferente al tuyo.
Dios no te trajo la maldición, vino a tu vida con un plan de rescate y dice: Discerní, tu espíritu ya lo sabe, tal vez te dijo que dejaras de hacer algo y acallaste la voz del Espíritu porque sos cabeza dura, y Dios te dice: “ En barco o en ballena pero llegarás.”
“Señor dame sabiduría para entender tu plan de rescate y aceptarlo.”
Todo lo que pasas hará que Dios te dé algo grande y no le pasa a otra mujer porque lo que tiene que darte a vos es totalmente distinto a lo que tiene que darle a otra. Dios sabe lo que tiene para tu vida y es ¡tremendamente grande!
 

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