No des lugar al desanimo

El apóstol Santiago dijo por la inspiración del Espíritu Santo: "El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos" (1:8).
¿Conoce usted a alguien que hoy diga una cosa y mañana cambie de opinion?
El desánimo significa literalmente sin ánimo.
El desánimo es una barrera sicológica que taladra los pensamientos.
De ahí, taladra los sentimientos. Finalmente, llega y agujerea la voluntad. La persona desanimada se aprisiona en su propio calabozo por la falta de auto estima, del deseo de querer superarse y de lograr realizarse en toda su potencialidad
Las personas desanimados son muy volubles en su carácter y fracazan mucho en sus promesas.
No están dispuestos a pagar el precio del éxito.
Les agradan las cosas emocionales y del momento.
Bien claro dice el texto sagrado: "El hombre de doble ánimo es inconstante en sus caminos
Comienza muchas cosas, pero termina algunas.
EL desánimo lo lleva siempre a un callejón sin salida.
La persona desanimada pierde la confianza de otros. Nunca es fiel en lo que se le encarga.
Mientras la emoción está en ebullición se mueven, pero cuando la emoción se apaga, se paralizan.
Tengo un plan para ti que te desanimas:
Admite que eres tú quien te desanimas y no culpes a otros.
Desarolla disciplina en lo que haces.
Sé realista y práctico.
No te ilusiones.
La ilusión lleva al desánimo.
La realidad mantiene el ánimo.
Pídele ayuda al Señor Jesucristo.
Es mejor que ningún consejero.
Él sabe por qué tú te desanimas y te aflojas tan pronto.
No temas en orarle, llorarle y rogarle para que te inyecte ánimo. El gustosamente lo hará si tú lo dejas.
 

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