Al que nos amó ...

“Al que nos amó ..."

A él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.”
Apocalipsis 1:5, 6
Himno
¡Te alabaremos, Salvador!
Librados fuimos por tu pasión;
No podrán ningunos cantos terrenales darnos gozo
Cual los de eterna redención.
No hay ningún otro tema de alabanza para el cielo que para la tierra; la sangre de Cristo tiene la misma eficacia en la tierra que en el cielo: aquello por lo que ellos alaban a Dios es igualmente cierto de nosotros.
Sus arpas están mejor afinadas que las nuestras, pero su cántico es el mismo.
Debemos persuadirnos de alabar solo al Señor.
Solo El es digno de ser alabado, reverenciado y adorado.
El cántico de los bienaventurados (Ap. 5) no alaba a nadie sino a Aquel que los redimió con Su sangre.
Procuremos llevar nuestros corazones al unísono con este cántico.
Esta será nuestra felicidad ya aquí en la tierra, y contribuirá a la gloria de Dios.
«Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán.» Nada sino alabanza conviene a aquellos que habitarán en la casa de Dios; será su infatigable e inacabable actividad una alabanza perpetua.
El Señor dice: "Anunciaré tu nombre a mis hermanos; En medio de la congregación te alabaré".
¡Que estemos en sintonía con nuestro Guía celestial!
Él dirigirá bien nuestras alabanzas, y ello de manera grata al Padre.
Su oído estará atento cuando oiga esta voz que nos dirige.
En espíritu, estamos en el cielo.
Estamos en Cristo, que nos llena con Su gloria y con Sus perfecciones.
La santidad y el gozo caracterizan la tierra.
Ellos son los frutos que crecen allí espontáneamente, como lo son las acciones de gracias que brotan en los corazones de aquellos que están allí por el poder redentor.
Cualquiera puede gozarse en el Señor cuando el Señor le da lo que desea.
"Bendeciré al Señor en todo tiempo"; esta es la cuestión que nos pone a prueba.
"Dad gracias en todo."
¿Están vuestras voces afinadas para alabar con Cristo?
Él se ha ido de la ira y tinieblas de la cruz a la luz y el amor de la presencia de Su Padre, y está allí cantando alabanzas.
¿Puedes tú alabar con Él?
Allí todo temblor desaparece. ¡Oh, cómo aquellos que le buscan van en pos de Su corazón!
Si lo buscas, Su palabra garantiza que le alabarás.
El cristiano puede decir a veces: No me encuentro en un buen estado para alabar; puede, es cierto, que sea más o menos capaz de hacerlo bien, pero siempre está en un estado para hacerlo porque Cristo es siempre suficiente para un alma pecaminosa.
"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos."
Dios no está formando un pueblo para sí, sino "para Su alabanza".
Él les está mostrando lo que son ellos en sí mismos, a fin de mostrarles por Su Espíritu la bendita suficiencia de Cristo para toda la necesidad de ellos.
 

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