LOS CLAVOS Y LAS PERSONAS QUE QUEREMOS...
Había una vez un niño que tenía muy mal carácter.
Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada
vez que perdiera la calma debía clavar un clavo en la cerca de atrás
de la casa.
El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca,
pero poco a poco fue calmándose porque descubrió
que era mucho mas fácil controlar su carácter que clavar los clavos
en la cerca. Finalmente llegó el día en que el muchacho no perdió la
calma para nada y se lo dijo a su padre. Entonces el padre sugirió al hijo
que por cada día que controlara su carácter debía sacar un clavo de la cerca.
Los días pasaron y el jóven pudo finalmente decirle a su padre que ya había
sacado todos los clavos de la cerca. El padre llevo de la mano a su hijo a la
cerca de atrás y le dijo: - Mira hijo, has hecho bien, pero fijate en todos los
agujeros que quedaron en la cerca. Ya la cerca nunca será la misma de antes.
Cuando dices o haces cosas con coraje, dejas una cicatriz como este agujero
en la cerca. Es como meterle un cuchillo a alguien que aunque lo vuelvas a sacar
la herida ya quedo hecha. No importa cuántas veces pidas perdón, la herida está
allí; y una herida física es igual de grave que una herida verbal.
Los amigos y nuestros seres queridos son verdaderas joyas
a quienes hay que valorar. Ellos te sonreiran y te animarán
a mejorar. Te escucharán, compartirán una palabra
de aliento y siempre tendráan su corazón abierto
para recibirte.
Demuestrales siempre a estas personitas
cuánto los quieres.
Bievenidos
Hace 15 años