Paz

“Paz … que sobrepasa atodo entendimiento.”
FILIPENSES 4:7

Es cosa seria, por grande que sea la bondad de Dios, encontrar paz con un Dios de santidad.
Cristo ha hecho la paz; pero Él quisiera hacernos sentir la necesidad de esta paz, para que la podamos conocer.
Tú tratas de conseguir la victoria a fin de conseguir paz; necesitamos obtener la paz para conseguir la victoria una paz ya hecha por la obra de Cristo entonces conseguirás fuerza.
No la encontramos hasta que vemos que no tenemos.
El evangelio de la paz es nuestro en Cristo; pero debo tener el espíritu de paz en mi corazón.
La paz nos ha sido hecha para que habitemos en paz.
Es la obra de Cristo la que da paz a la conciencia; pero es una voluntad sometida, no tener nada de propia voluntad, lo que en las cosas grandes y pequeñas nos hace tener paz en el corazón mientras atravesamos un mundo de pruebas.
En todas las cosas en lugar de agitarnos deberíamos presentar nuestra petición a Dios con oración, con súplica de modo que, incluso al presentarle nuestra petición, podemos ya dar gracias, porque estamos seguros de la respuesta de Su gracia, sea la que sea.
Él no nos dice: tendrás lo que pidas, sino, la paz de Dios guardará vuestros corazones.
¡Oh, qué gracia, que incluso nuestras ansiedades son un medio de ser llenados con esta paz maravillosa!
Una gran evidencia de que permanezco en Cristo es la quietud.
Tengo mi porción en otra parte, y prosigo mi camino. No importa lo que sea, traemos quietud de espíritu en medio de todas las circunstancias mientras que habitamos en Dios.
El alma no es solo feliz en Dios por sí misma, sino que llevará el ambiente de este lugar consigo.
¿Te encuentran todas las aflicciones con el corazón tan reposando en Dios como tu Padre, que cuando crecen, tu espíritu sigue reposado, tu sueño dulce, durmiendo y levantándote como si todo estuviera en paz a tu alrededor, porque conoces que Dios es y que todo lo dirige?
¿Está él así entre ti y tus aflicciones y afligidores? Y si lo está, ¿qué puede hacerte daño?
El alma en comunión con Dios vivirá en el espíritu de paz.
No hay nada más importante, para hacer frente a las perturbaciones del mundo, que entrar en este espíritu de paz.
Nada guarda el alma en tal paz como una confianza asentada en Dios.
Sin esto, la persona estará continuamente agitada, precipitada y llena de ansiedad.
Si la paz de Dios guarda vuestros corazones, tendréis el triunfo de la misma; no se puede oír nada que no armonice perfectamente con ella.
El amor y la gracia de Dios que nos ponen en estrecha relación con el cielo llenan nuestros corazones, y sabemos cómo comunicar a las almas agitadas aquella serenidad y paz que nada en este mundo puede destruir.
Un poco de tiempo de quietud nos capacita con frecuencia para ver todas las cosas serenamente con la mirada de Cristo.
 

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