Tengamos comunión con Dios

Moisés ve al Invisible.
Esto lo hace decidido.
Cuando somos conscientes de la presencia de Dios, Faraón no es nada.
Donde hay falta de comunión hay debilidad e indecisión.
No hay fuerza excepto en Cristo.
No tengo fuerza en ningún momento excepto si mi alma está en secreta comunión con Él.
Ahora bien, el poder directo de Satanás se dirige a este objetivo, impedir que nuestras almas vivan en dependencia de Cristo.
Una gran cosa que tenemos que buscar es que nuestra comunión con Cristo sea tan fuerte como todas las doctrinas que mantenemos o enseñamos.
Sin esto la doctrina misma no tendrá fuerza; además, nosotros mismos no estaremos con Dios en ello, y, a fin de cuentas, esto es el todo.
Dios puede hacer a los hombres tan activos como sea posible, cuando Él así los quiere; pero la comunión es para Él lo de más precio.
Hay una diferencia entre Pedro y Juan.
Su corazón reposaba con satisfacción en aquel que se recostó a la mesa junto a Él.
Debería haber una proyección del alma a Dios de una manera mucho más íntima que con nadie más.
La comunión con los santos es cosa preciosa, pero debo tener intimidad de comunión con Dios sobre todo; y la comunión de los santos fluirá de la comunión con Dios.
El gozo en Dios es comunión presentar una necesidad a Dios no es comunión.
Dios habló con Abraham, su amigo esto es comunión.
La comunión con Dios es el lugar de reposo del corazón.
Si vivimos en comunión con Dios no pensamos en nosotros mismos.
Moisés no sabía que su rostro resplandecía cuando todos los demás lo veían.
Él había estado mirando hacia arriba fuera de sí mismo, y se volvió hacia la tierra llevando sobre sí la luz del cielo.
Nadie puede estar tan íntimamente cerca de nosotros como Dios, porque Él está en nosotros.
¡Y qué intimidad es ésta!
La cruz y la corona van juntas; y, más que esto, la cruz y la comunión van juntas.
La cruz toca mi voluntad natural, y por ello quebranta y elimina aquello que estorba la comunión.
Si no estoy en comunión, es misión del Espíritu Santo hablar a mi conciencia, en lugar de usarme.
¡Que sea nuestra obra una obra de fe, recibiendo su fuerza, incluso su existencia misma, de nuestra comunión con Dios nuestro Padre!
Al hablar de la verdad de Dios, siempre que no podamos hablar como si fuesen palabras de Dios por medio de la comunión, lo que nos toca es estar callados.
Puedo estudiar la palabra una y otra vez, pero a no ser que entre en comunión con Él mediante la palabra, de nada me aprovechará al menos en aquel momento.
¿Cuál es el gozo de un Redentor sino el gozo y la comunión, la dicha de Sus redimidos?
 

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