MateoCapítulo 077:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados.7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
El hombre común es muy dado a hacer juicio de los demás que le rodean. Todo el tiempo habla, critica, murmura, califica, enjuicia, juzga al prójimo. Muy fácilmente como jueces severos desacreditamos a los demás, porque con frecuencia sometemos al juicio personal, las diferentes actitudes ajenas
¿Te fijaste qué desastre hace Fulanita con el trabajo que tiene?
¿Ya supiste las barbaridades que dijo de ti aquel hermano?
Oye, ese matrimonio debería corregir su rumbo; va muy mal.
Y dedicamos horas y horas para sentarnos y al parecer se produce en su interior un deleite extrano.
* El que hace un juicio de los demás, no les defiende; los está acusando
* El que hace un juicio de los demás, no les está protegiendo; les está atacando
* El que hace un juicio de los demás, no les edifica, los está destruyendo
* El que hace un juicio de los demás, no les está levantando; está condenando
Los juicios son puñaladas por la espalda, que se hacen detrás del enjuiciado. Por eso el evangelio advierte: No juzguéis, para que no seáis juzgados, como advirtiendo: ¿Quién te crees tú, para que hables mal de otros? Dios se reserva esa tarea; al ser El el dador de la ley, sólo El puede juzgar.
SANTIAGO 4:12: Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
El dador de la ley es Dios; sólo El y su ley puede salvar o perder y si la ley ha sido dada por Dios ¿Quién eres tú para que juzgues a otro? ¿Eres mejor de ellos? ¿Eres tú lo máximo? ¿Acaso eres tú irreprochable?
Porque resulta que solo puede reprochar aquel que no tiene reproche alguno y eso corresponde solo a Jesús, quien nunca cometió pecado.
No juzguéis, ordena el Señor, como prohibiéndonos una actitud que es de El. La Sagrada Escritura nos revela quién es el juez que si puede juzgar.
ISAIAS 33:22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.
Tenemos un juez, el juez máximo que está sobre todos los jueces de la tierra. Es Dios el único señalado para juicio, porque El es nuestro legislador, es decir, quien pone las reglas de vida; quien impone las leyes a su pueblo. Si nosotros nos levantamos como jueces del prójimo, estamos usurpando un lugar que no nos corresponde, porque nosotros no hicimos el mundo.
Quien juzga a su hermano acarrea sobre si mismo el juicio de Dios, porque El es el único con la autoridad para hacer juicio y juzgarnos a cada uno.
MATEO 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido
Quien juzga a su hermano, será juzgado por Dios en la misma medida ¿Habría que tener más cuidado con lo que decimos de los demás, verdad? Quien se pone en el lugar del Señor, solo acusa superioridad y soberbia.
Quien juzga está considerándose superior a los demás y se olvida de Dios.
Pajitas en el ojo ajeno, que criticamos a sus espaldas; nunca en su presencia. Deberíamos decirles de frente: Oye ¿por qué elegiste esto o el otro? ¿Oiga vecina, qué floja, que descuidada y qué desagradable es usted?
Cualquiera conoce el resultado; es un juicio atrevido, que se hace por la simple apariencia, porque nunca miramos la razón del porqué se actúa así, ni se vive con ellos para advertir su verdadera conducta y no su apariencia.
Si usted dice: "Ese hermano sucio y maloliente, no se baña...", pudiera ser que no tiene las facilidades necesarias como usted tiene, para su aseo.
7:24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
Ahora el Señor enseña que solo con un justo juicio podemos juzgar a otros ¿Qué quiere decir justo juicio? Que no podemos decir mal de nadie, sino solo señalar sus aciertos, virtudes, logros, sus cualidades o atributos.
¿Habrá alguno que pueda juzgar con justo juicio? Claro, es lo que el cristiano va aprendiendo, a hablar solo bien de los demás:
Oye, ya te fijaste qué ordenada es la familia del vecino?
La señora; es una dama; todos admiramos cómo tiene su casa.
Y el esposo, se ve que educa a sus hijos, porque qué bien viven.
A veces no encontramos muchos que sólo vean lo bueno de los demás, y eso es esencial si no queremos echarnos encima nuestro propio juicio, porque el Señor dice: No juzguéis... para que no seáis juzgados.
El Señor condenará siempre la ligereza y la imprudencia de quien juzga.
ZACARIAS 7:9 Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano;
Ahora tenemos una dirección para el juicio: Haced misericordia y piedad. Ahí se acaban las apariencias, las probabilidades, las conjeturas; quien juzga con verdad es difícil que haga un juicio erróneo que le acarree maldición.
MATEO 7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
¿Por qué somos tan severos para calificar actitudes ajenas y no miramos a nosotros mismos cómo estamos presentándonos ante los demás? Por eso, antes preguntémonos: ¿Cómo ando yo en esa área? Y es hasta que advertimos la viga en nuestro ojo, que podremos mirar la paja en el ojo del vecino.
Antes que murmurar de los demás hermanos, hacernos un auto juicio.
"¿Qué maleducados son los hijos de aquel hermano?" pero antes preguntarme con sinceridad: ¿Los míos son un ejemplo de educación?
Si vemos que al vecino se le pasaron las copas "Este borracho indecente empedernido; siempre anda así; no sabe hacer otra cosa", pero si es uno de casa el borrachito la opinión es diferente: "Anda contento mi primo".
Por eso Jesús habla sin rodeos: ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Nadie podrá condenar a su hermano, sin antes revisar si no está superando lo que está juzgando, o que es lo mismo quitar la viga del propio ojo.
Para quien no sabe cómo sacar la viga de su propio ojo, le propongo 3 ideas:
1) Darnos cuenta.- Si tenemos vigas en nuestro ojo, ¿O no hay vigas? Pero nos queremos tanto, que no somos capaces de un auto juicio. Es preciso dejar que el Espíritu Santo, que es dador de vida, nos redarguya; nos convenza de pecado, de justicia y de juicio (Jn 16:8). Que el Espiritu Santo nos haga advertir cuáles y cuántas vigas y pedir al Señor nos ayude a sacarlas.
¿Alguna vez ha orado usted por ello? "Señor: que me dé cuenta de las vigas en mi ojo, antes de querer sacar la paja de aquel".
Cuando ya no haya ninguna viga en nuestro ojo, podremos ver bien para sacar las pajitas del ojo ajeno, esas pequeñas imperfecciones del prójimo.
Hay hermanos que califican a los demás, cuando son ellos los que deben ser calificados; otros hacen juicios temerarios, cuando ellos deben ser juzgados; no haremos de médicos, si antes no nos curamos a nosotros mismos.
2) Desarrollar la humildad. Dejar de creernos los super espirituales y empezar a humillarnos delante de Dios y delante de los que nos rodean. No te des un valor que no tienes; no te sobre estimes, si no lo mereces.
El Señor nunca hizo valer su condición de Dios ¿Sabe por qué? porque: lavó los pies a los discípulos y aquella época no había zapatos; no le puedo describir cómo eran los pies de Pedro, de seguro con talón de polvorón.
En vez de entrar en Jerusalén, como lo haría hoy un magnate cualquiera en un convertible en medio de lluvia de papelitos, entró en un humilde burrito. No condenó ni siquiera a la adúltera que había sido sorprendida en su pecado, sino que le dice dulcemente: Vete y no peques más.
Humildad, necesitamos humildad, esa sencillez, esa modestia, de quien sabe que podemos tener peores imperfecciones que aquellos que juzgamos. Necesitamos reconocer que en nada somos superiores a los demás ¿Qué quiero decir? Que el humilde no come prójimo; se come a si mismo.
3) Hablar a todos de nuestros defectos y de las virtudes de los demás. Una cosa que falta a todo cristiano es descubrir el lado bueno de los demás. Por ejemplo:
¿Qué ve usted en este pequeño recuadro. Probablemente usted diga: "un punto negro".
Y lo que estamos viendo es un cuadro blanco, que es más grande que el punto pequeño. Es así que vemos a la gente y por eso la juzgamos, porque miramos lo pequeño y perdemos lo grande. Es así como tenemos que hacer al juzgar al vecino.Dejar de ver solo los defectos, las imperfecciones, los errores, las pajas; en lugar de ello, admirar sus virtudes que seguramente son muchas.
Bievenidos
Hace 15 años